Reportaje multimedia

La muerte que nunca llega

En un mundo globalizado donde las nuevas tecnologías imponen su ritmo trepidante, la del libro parece una muerte anunciada. La irrupción del ebook ha venido a poner el estoque final sobre una industria que vive sus horas más bajas, una crisis mucha más dura si cabe que la del vinilo o el cassette. La brecha digital ha sido quizás la única puerta de salvación para el papel tradicional. La cuestión es: ¿Son las generaciones analógicas el antídoto a todo pronóstico? O, ¿pueden convivir pacíficamente el libro digital con su homónimo de papel ?

Han tardado 16 años, pero finalmente Amazon, la empresa que vende el soporte digital para la lectura más famoso, el “Kindle”, ha aterrizado en España. Se lo impedían algunas voces reacias del gremio que, por miedo a no encontrar la misma rentabilidad comercializando el ebook, se oponían a cualquier resquicio de modernización. Hoy, el ebook está cada vez presente en la vida cotidiana del ciudadano, a pesar de la desconfianza que provoca en los sectores más tradicionales que ven en éste, una ventana abierta a la piratería y una amenaza al mundo editorial en sí mismo.

Desde la Federación de gremios de Editores de España, opinan que la problemática es una realidad. Para ellos, empieza a notarse en la venta de best Sellers, que cuentan ya con páginas donde descargarlos de forma ilegal. Esta práctica habría llevado al sector a registrar unas pérdidas de en torno a los 120 millones de euros.

Y es que todo lo que está en la red puede ser gratis. María, alumna de primero de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, lo confirma: “Hace poco descubrí una parte inédita de la saga “Crepúsculo” en Internet, que no había sido publicada nunca. Estaba en formato ebook, pero la quitaron rápidamente porque la autora nunca quiso sacarla a la luz”. La propiedad intelectual en España no funciona del mismo modo que en otros países de Europa y Estados Unidos. En nuestro país, hay una oferta digital legal y cómoda, que es necesario regular según los expertos.

Sin embargo, la industria está dando los pasos equivocados. Necesita reinventarse. Los autores deben convencer a las editoriales de que el modelo del libro papel se está perdiendo y necesitan buscar una alternativa viable, adecuada a los tiempos y sobre todo, más barata. “Un libro de papel y uno digital valen casi lo mismo”, comenta Paula, periodista.

Las librerías, el negocio quizá más afectado por la aparición de este nuevo formato, comienza a buscar alternativas:



Jesús Robles y María Silveyro son los responsables del proyecto de inaugurar 8 y medio, la primera librería especializada en cine de Madrid. Conscientes de la crisis económica y de la crisis del papel que según Silveyro “es mucho más grave y antigua”, decidieron ampliar su librería con un confortable café llamado Vía Margutta. Asimismo, la librería ofrece alternativas a otras artes como el teatro o la música. “Todo vale para que la gente se sienta atraída y por lo menos entre”, comenta la propietaria del local.

Como ella, son muchas las librerías en Madrid que apuestan por un modelo de negocio híbrido, que combina ocio y lectura, eso sí, lectura en papel.


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La industria editorial en cambio, todavía es reacia a crear un modelo que funcione. Los editores de Libranda, que son los encargados de poner precio a los libros digitales, no han cumplido con la expectativa de fijar el libro electrónico un 70% o un 50% más barato que el impreso. La diferencia de precio, apenas llega al 30%, pero se ahorran la impresión y distribución.

Así, el mercado del libro electrónico en España aún está arrancando, suponiendo que solo el 5% de los libros vendidos son electrónicos, frente al 20% en países anglosajones, como Estados Unidos. Pese a las trabas, su uso está aumentando exponencialmente, en una industria que mueve al año cerca de 3.000 millones de euros, junto con el gran auge de lectores ebook.

La muerte anunciada del libro impreso encuentra todavía antídotos eficaces, la muerte anunciada es lejana, muy lejana, mientras haya quien lo impida y quien únicamente conciba la lectura junto al suave murmuro que pronuncia una hoja de papel.